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La herida se mueve: portada
  • N° páginas : 192
  • Medidas: 220 x 140 mm.
  • Peso: gr
  • Encuadernación:
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La herida se mueve RODRIGUEZ RODRIGUEZ,LUIS

Una no-novela divertida, desconcertante, desafiante, rara, enigmática, sorprendente y genuina. La novela que pone a prueba tu pericia lectora.

Editorial:
Ilustrador:
Óscar Sanmartín Vargas
Colección:
VOCES
Materia BIC:
FICCIÓN MODERNA Y CONTEMPORÁNEA
ISBN:
978-84-96911-89-5
EAN:
9788496911895
Precio:
17.31 €
Precio con IVA:
18.00 €

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Sinopsis

Aquí no hay trama.
El narrador hace trampas.
Hasta puede que el autor no exista.
Y sin embargo, este libro no es ninguna broma.
Si creías que sabías de literatura o que eras un lector entrenado, lee La herida se mueve. Seguro que cambias de opinión.

El libro en los medios

LA HERIDA SE MUEVE (DIARIO DE LECTURAS. Blog de Vicente Luis Mora)

20/10/2016

En Cáceres, dentro del encuentro “Transversales”, que me ha permitido conocer al poeta uruguayo Eduardo Espina, hago un elogio de la dificultad narrativa, presentándola como una forma de resistencia de la literatura ante estos tiempos donde todo tiene que ser fácil, mascado, espectacular y de rápido consumo. Partiendo de los experimentalistas de los 70 (Ríos, Cela, Torrente Ballester, Goytisolo, Miguel Espinosa) llego a lo que denomino la “escuela de la última dificultad”, donde incluyo Un acontecimiento excesivo de Javier Avilés, Menos joven de Rubén Martín Giráldez y La herida se mueve de Luis Rodríguez, tres de los libros más literarios y más sugestivamente difíciles que ha dado la narrativa española última. En el mismo encuentro, Eduardo Espina se pregunta, en una magnífica charla sobre ensayo literario, si sus pensamientos piensan lo mismo que él.

FRANCISCO ESTÉVEZ / 2015, ASALTO A LA NARRATIVA ESPAÑOLA. ÍNSULA

10/05/2016

“Resuena entre pocos el secreto de Luis Rodríguez, escritor de culto para reducido número de lectores. La muerte, el sexo, el desarraigo o el nihilismo de La soledad del cometa (2009) alcanzaron extraña luz en novienvre (2013), ambas publicadas con valentía por krk y ahora también por Tropo. La forzada errata del título como epítome de un fracaso mayor continuado en el niño protagonista al que acompañamos con desaforado sentir. Su actual La herida se mueve (Tropo) arranca «Ya en la habitación, las rendijas de la persiana, iguales, son un código tarado, indescifrable. Hay lenguajes por todas parte». Así ocurre en esta inclasifi cable novela que se resiste a ser resumida, condensada o explicada y, a la par o precisamente por ello, rezuma lenguaje exprimido a su esencia... Una literatura sin contemplaciones transmite el vértigo del auténtico escritor y sus máscaras”.

Culturamas, Pedro Pujante

07/03/2016

De vez en cuando nos hallamos ante un texto –novela, relato, da lo mismo- que nos confunde, que nos ilumina, que nos descoloca, que nos incita a una reflexión más allá de la pura entomología literaria. Eso es precisamente lo que ocurre con La herida se mueve, de Luis Rodríguez, una ¿novela? extraña, juguetona e inteligente. Uno de esos raros corrimientos de tierra que suceden en la vida de un lector, y que tiene vocación de clásico. El lector en busca de una novela decimonónica no entenderá muchas cosas, sin embargo, ¿cómo no disfrutar con una historia ramificada e inusual, de estas dimensiones? Es una propuesta arriesgada, un desafío a nuestra inercia de lectura lineal y que quizá si se espera una historia al uso, se acabará por abandonar. Porque, al igual que en muchos de los cuentos de Tizón –incluso más-, o de Gass la prosa de Rodríguez se mueve en zigzag, en círculos concéntricos que se alejan más y más de lo que vendría a ser una trama… realiza quiebros, figuras desconcertantes que parecen tratar de despistar, que no se avienen a ser aprehendidas de un solo vistazo. Los personajes son erráticos. Son personajes, no personas, son marionetas –incluido un tal Luis Rodríguez-. Cortázar prefiguró en el capítulo 62 de Rayuela una suerte de personajes cuyas conductas ‘serían inexplicables con el instrumental psicológico al uso. Los actores parecerían insanos o totalmente idiotas.’ Teoría que trató de trasladar, con un confesado fracaso, a su novela 62. Modelo para armar. Sin embargo, Rodríguez sí que parece haber conseguido algo al respecto. O no, quién sabe. Las historias se presentan como imágenes, y se esfuman con la misma fugacidad con la que han sido introducidas en el libro. El libro, de hecho, parece un artefacto vivo, una excusa para que su narrador discurra hacia un punto Luis Rodriguez fotografía indeterminado, pero siempre elocuente. No obstante, y a pesar del aparente caos –una narración dispersa, personajes que van y vienen, un hilo conductor difícil de seguir, una trama poco consistente- el libro se mantiene. La prosa es deliciosa y la capacidad del narrador para deslumbrar con estrambóticas teorías es fabulosa. En ese equilibrio es donde se encuentra su apoyatura y nos engaña y engancha Rodríguez: entre no contar nada y aparentar que nos hace sabedores de grandes asuntos. Este es uno de esos libros inclasificables; una ¿novela? que se aleja del concepto clásico de novela, rasguño móvil. Libro que quizá no es un libro, que es algo así como decir que consigue ser el objeto al que ha de aspirar la auténtica novela. Sigan la pista de Luis Rodríguez, si se atreven, si quieren leer algo distinto, si quieren leer algo totalmente nuevo.

Escribamos lo que escribamos siempre estamos a vueltas con las mismas cosas (DIARIO ALTO ARAGÓN)

24/02/2016

Reseña con motivo de la presentación de novienvre y La herida se mueve en Huesca.

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Luis Rodríguez urde un laberinto de literatura en estado puro (EL PERIÓDICO DE ARAGÓN)

11/02/2016

La contraportada de esta novela advierte que en realidad no es una novela, que no tiene trama y que el autor hace trampas; puede pensarse que se trata de un truco editorial basado en la psicología inversa, una treta de Tropo Editores para enganchar al lector curioso. Sin embargo, cuando ese lector se adentra en sus páginas y se encuentra cada vez más prisionero en un laberinto del que comienza a sospechar que no hay salida, esa amenaza se torna completamente real: La herida se mueve es una novela inasible, excéntrica, que se resiste a una reducción lineal que cuente de qué va. Pero, sobre todo, lo que Luis Rodríguez ha conseguido es un libro fascinante. Pocas novelas hay que se alejen de sí mismas como esta, que renuncia a la causalidad en su construcción pero que no obstante es una obra de una solidez apabullante, debido a su escritura. El autor demuestra un depurado dominio del estilo, del lenguaje y del ritmo narrativo, a lo que se suma su capacidad para enhebrar historias pequeñas, grandes y terribles, desarrolladas por una miríada de personajes que, a pesar de que en su gran mayoría carecen de lo que podría denominarse motivación, en ningún momento resultan planos, postizos o falsos. Entre esos personajes destaca Genaro, que en un relato más convencional podría pasar por el protagonista, siempre en busca de mujeres, observando la vida a su alrededor y propiciando conversaciones que oscilan entre el absurdo y la brillantez. Un índice que no es índice, ese protagonista de dudosa identidad, el autor que se incorpora a la decoración del escenario del crimen... son algunas de las rarezas que incorpora esta novela. ¿Un plato para todos los gustos? Quizá no. ¿Un libro --un autor-- que debe tenerse muy en cuenta si se busca literatura de calidad? Indudablemente, sí.

Transitando por la construcción literaria (Postada, El Levante)

30/01/2016

«Con tan sólo dos escritos publicados, La soledad del cometa y novienvre, Luis Rodríguez se ha convertido en un todo un autor de culto, una rara avis que llega al panorama literario como una bocanada de aire fresco, muy peculiar, lleno de registros diferenciadores y utilizando la metaliteratura para proponer al lector un auténtico juego literario en el que caerá completamente hechizado o del que se alejará por no responder a expectativas literarias más comunes», Lourdes Rubio, crítica literaria.

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Gambito de Rey (La nueva España, Eduardo San José)

21/01/2016

La novela La herida se mueve, de Luis Rodríguez, es uno de los últimos paraísos vírgenes del planeta literario. Si quieren disfrutar de uno de los últimos paraísos vírgenes de nuestro muy cartografiado planeta literario, si están dispuestos a desbrozar la selva de la crítica publicitaria y abrirse paso a uno en verdad salvaje y sorprendente, la breve obra narrati-va de Luis Rodríguez (Cossío, Cantabria, 1958) es la región que los está esperando. La culpa de lo secreto y silvestre la tiene la edi-torial asturiana KRK y su coordinador entonces, Ricardo Menéndez Salmón, que lo descubrió (yo confieso que sospeché que fuera un heterónimo). En una editorial pequeña y paciente pudo así escribir lo que quiso sin otra presión que saber hacerlo. Tras La soledad del cometa (2009), creo que lo logró en Novienvre (2013). Pero el secreto va a dejar de serlo, porque su última novela, La herida se mueve, sale en Tropo Editores, con una difusión muy superior. Ahora: ¿qué puede diferenciar este libro de un ejercicio de tras-lación de algunas teorías filosóficas, de un muestrario de efectos de la narrativa postmoderna o del "after-post", de un enlucido vanguar-dista de los viejos adobes del neorrealismo? Que no necesita huir de ser precisamente eso. La clave está en la brutal genialidad en la invención, la observación, la lengua, el dominio constructivo. Y en que aquí no se siente el ansia de la novedad ni de la influencia. Y respiramos; por la herida. Tranquilos, no pasa nada Varios personajes se cruzan y se desconocen en un mapa tendido entre Cantabria y Levante. Benito acepta que lo tomen por loco y lo internen para expiar una vieja culpa. Genaro atraca un banco y obliga a los rehenes a hacerse cómplices, y nadie señala; a cambio de su imposible condena, ahora recibe extrañas misiones de la poli-cía. Aceptan cargos ajenos. Soraya o Maribel podrían explicar algo, y callan. En el bar del pueblo, dos aficiones silenciosas: los cruci-gramas y el ajedrez. Podría resumirse lo que pasa en esta novela con varios clichés críticos: anomia, entropía, aporía. O sea, aquí no pasa nada, para intranquilidad del lector. Las acciones son irrele-vantes en un conjunto centrífugo y sin aparente sentido; los perso-najes no tienen esencia ni presencia, son "estados de la materia en un momento preciso y pasajero" (p. 20); por eso sus cargos morales nunca son propios ni ajenos. Y tampoco es una novela del absurdo (esa plegaria a la lógica). Entonces, ¿es esto una mera demostra-ción de la teoría de la identidad como fragmentación y metáfora de Paul de Man o el último Barthes?; ¿de la dispersión rizomática de Deleuze y Guattari? Nuestros respetos. ¿Imposturas intelectuales, versículos para la escolástica congresual? Buen provecho si así es. Un pasatiempo sin solución. Pero no. Porque pulsamos aquí la ve-na más profunda de la literatura, la que no es milagro ni redención ni epifanía (subgéneros para simples fanáticos) sino profesión de fe, que tiene tan presente el riesgo del vacío. No interesan la peripecia o los protagonistas, sino todo lo que los utiliza y es más sólido que ellos: amor, soledad, voluntad, miedo, odio. Son las ideas las que ahora buscan a los personajes, que no existen, asisten: celdillas o escaques pasivos de un pasatiempo mayor. Intentamos leer la no-vela lineal y horizontal, y no surge nada inteligible. Solo los cruces verticales permiten un asomo de sentido; y tampoco. Recurrimos a la página de soluciones, vamos al índice; y resulta que es narrativo, exergos que confunden más lo antes leído. El diseño del crucigra-ma parece negligente, debemos añadir casillas a mano o forzar le-tras: nuestra necesidad de un significado. Pero los enunciados y definiciones mutan: nos hacen trampa a nosotros. Los trebejos se mueven sin jerarquía; la torre en diagonal, la reina a saltos, y ha-cemos un gambito no ya de caballo (Faullkner, claro), sino del mismísimo rey, el supremo sentido que es el destino (el orden, en dos palabras que son una misma serie de letras desordenada). To-do remite a una nueva moral gaseosa. Nadie sabe dónde está la herida; solo la misma certeza de estar desangrándose. Releo ya esta inexplicable maravilla.

La curiosidad del letraherido (DIARIO MONTAÑÉS)

08/01/2016

El escritor cántabro Luis Rodríguez desvela las claves de su tercera novela Lo que más emociona al novelista Luis Rodríguez son los ‘milagros’ de la literatura, esa inexplicable conexión que surge entre el autor que, como un alquimista solitario, disimula en su texto guiños una buena cantidad de guiños y referencias, y la gozosa labor de zapa del lector, atento a cualquier posible hallazgo. Y es que la obra de Luis Rodríguez, más que una novela, parece todo un yacimiento; como la Troya que descubriera Schliemann, siete veces reconstruida, se diría que ‘La herida se mueve’, su tercera novela, está compuesta por varios estratos sucesivamente superpuestos, en los que a partir de elementos plenamente realistas se construye una obra que trasciende las limitaciones del género, transgrediendo todos sus convencionalismos, al menos en apariencia, planteando una forma de narrar rabiosamente contemporánea, exigente con el lector, pero a la vez gratamente reconfortante. Una obra que convierte a su autor en una voz única en nuestra literatura, en especial porque conjuga los planteamientos de vanguardia con un respeto absoluto al lector. Con todos los ingredientes para convertirse en un escritor de culto, Luis Rodríguez continúa modelando una obra tan personal como torrencial; tras la aparición en la exquisita KRK de sus dos primeras novelas –‘La soledad del cometa’ en 2009 y ‘Novienbre’ en 2013–, la escasez de noticias sobre el autor hizo incluso pensar a la crítica que podría tratarse de un heterónimo a lo Pessoa de algún escritor de fama. Su discretísimo nombre de guerra y una nota biográfica con las únicas referencias de su nacimiento en Cosío en 1958 y su actual residencia en Benicàssim daban pie a cualquier especulación; y es que, como asegura Álvaro Colomer, nada nos gusta más a los lectores que un escritor secreto. Aunque secretos hay pocos: Luis Rodríguez es un lector voraz –desde hace décadas devora tres libros semanales, y su carnet de la Biblioteca de Castellón debe estar ya completamente desgastado– que llegó a la creación en plena edad madura como culminación de un proceso natural de destilación; liberado ya de otras ocupaciones menesterosas, tras su prejubilación de una oficina bancaria dio rienda suelta a su pulsión literaria y desde entonces no ha hecho sino asombrar a críticos y lectores. Es un ‘letraherido’ en toda regla, y esa es la ‘herida’ en continua expansión a la que alude en su última novela. Un autor torrencial, arrebatador y fascinante al que es preciso descubrir, y al que trataremos de acercarnos en esta conversación.

Una novela con crisis existencial (Revista MERCURIO)

28/12/2015

En su excelente prólogo a Novienvre (2013), la anterior novela del cántabro Luis Rodríguez, explicaba Ricardo Menéndez Salmón que los personajes de Rodríguez “no pueden hacer otra cosa que sumar su desconcierto al desconcierto primordial del mundo (…) su frac[aso inevitable no reside tanto en la dificultad de levantar un ‘yo’ pleno y significativo, como en la imposibilidad de que exista un mundo estable y duradero sobre el que semejante yo actúe”. La cita sigue teniendo sentido referida a La herida se mueve, la última novela de Rodríguez, no solo porque sea una buena descripción del mundo narrativo del valioso y aún poco conocido narrador, sino porque el personaje central de su última novela, Genaro, aparecía también en Novienvre; allí Genaro era un amigo de infancia del protagonista —llamado Luis Rodríguez como su autor—, al que acabará matando. En La herida se mueve Genaro es un delincuente, que recibe el encargo de un policía corrupto de realizar oscuros trabajos, y se instala en un pueblo de Cantabria donde se investiga un delito inferido a un tal Luis Rodríguez. Este hilo de continuidad de Genaro entre las dos obras da cuenta de la autoconsciencia y complejidad con las que Luis Rodríguez (el autor, no el personaje) entiende la narración, que el lector no puede abandonar, pese a su dificultad, porque lo contado es hermoso y terrible. En la novela hay confusión de identidades, a través de la suplantación, y también hay mezcla de narradores, gracias a una técnica que Rodríguez aprendió de Flaubert: la duplicidad del pretérito imperfecto de indicativo cuando se aplica a la tercera y a la primera persona (“tenía”, “hacía”, etc.), haciéndolas indistinguibles. Esa fina ambigüedad verbal es solo uno de los diversos trucos que Rodríguez utiliza para desestabilizar la normalidad narrativa, para hacer tambalear al lector los cimientos de su lectura (p. 48), para inquietarle y hacerle ver que no solo los personajes ignoran qué les mueve: quizá tampoco nosotros lo sepamos. La vida resulta así una paradoja inexplicable y las poco convencionales y crueles novelas de Rodríguez son la manifestación plástica de esa visión tan nihilista como puntualmente apropiada. Luis Rodríguez. © Verónica Badenas Luis Rodríguez. © VERÓNICA BADENAS Los personajes de La herida se mueve no se preguntan el porqué de las cosas ni de sus actos, solo los ejecutan; el narrador anota no solo los hechos que suceden en la obra, también los que no acaecen, aludiendo a lo azaroso de cualquier desenlace. Las citas del Monsieur Teste de Valéry pueden apelar a la incapacidad de Genaro de pensarse y entenderse. Algunos tachados, esparcidos aquí y allá, hacen dudar al lector de si está leyendo una historia o la escritura de una historia. Algunos caracteres reaccionan inesperadamente ante los estímulos y otros se estimulan con lo inesperado; pequeñas historias se insertan con las demás tejiendo un corpus textual en el que todo, literalmente, es posible. Rodríguez construye una narración que no despeja las preguntas porque quizá el trabajo de la mejor narrativa no sea ese, dar respuestas, ni siquiera ofrecer preguntas, sino cuestionar quién y por qué hace las preguntas y, sobre todo, qué necesidad hay de contestarlas. Si es verdad, como Antonio Orejudo ha dicho a veces, que una novela debería ser aquello que una película no puede contar, La herida se mueve es una novela como pocas, un texto en busca de sí mismo, una sacudida que situará al lector ante la duda más que necesaria acerca de qué debe ser una novela en estos tiempos.

Mis mejores lecturas de 2015 (Devaneos)

22/12/2015

Mis siete libros preferidos publicados en el 2015 son: Entre culebras y extraños de Celso Castro El poeta que prefería ser nadie de Jaime Fernández El cuaderno perdido de Evan Dara La pecera de Juan Gracia Armendáriz La herida se mueve de Luis Rodríguez Trieste de Dasa Drnic Tristeza de la tierra de Éric Vuillard

La herida se mueve (Luis Rodríguez 2015) (Blog Devaneos)

15/12/2015

En nuestro país, la mayoría de nuestros escritores son ocultos a la fuerza, es decir, son invisibles a lo Pynchon porque no les queda otra, porque nadie compra sus libros. Luego hay otros, como Luis, que no hacen nada por darse a conocer. Más allá de escribir, se entiende, porque ahora parece que si no sales en todos los medios, y no estás todo el día dando la brasa en todas las redes sociales existentes, no eres nadie en el mundo de las letras. De Luis parece que por no haber, no había ni fotos, pero esto no es así y quien quiera poner rostro al autor que se gaste 18 euros, y se compre el libro, como he hecho yo. Es mejor no leer muchas cosas acerca de lo que otros escritores dicen de Luis porque entonces el libro quizás te tiemble en la mano al cogerlo. Cosas buenas se entiende, que si es un purasangre, que si una rareza, que si un autor secreto. ¿He dicho buenas?. Si además te fijas en su contraportada advierten de que esto no es una novela, que no hay trama, que el narrador hace trampas, que hasta que puede ser que el autor no exista, etc. Un texto, el de la contraportada, que previene y subyuga al mismo tiempo, y que se parece al Triángulo armónico de Huidobro, de quien aparece también un hilarante poema en la novela. Cuando oímos decir que si la novela está muerta, que si la ficción ha recibido ya la extremaunción, que si el fin de la literatura es un hecho consumado, un libro como este, es un zasca en todo el morro. 90.000 palabras hay en el diccionario. Las combinaciones a la hora de escribir son casi infinitas. Quien a menudo da muestras de agotamiento son los escritores, porque materia prima con la que trabajar tienen de sobra, pero siempre es más fácil tirar de frases (des)hechas y de lugares comunes, o escribir directamente novela histórica o erótica. Todo este preámbulo para qué. ¿?. En ocasiones uno tiene la gran satisfacción de gozar leyendo. No hablo de un goce epidérmico, siguiendo las andanzas más o menos divertidas de un personaje, de un sentido del humor que revista la trama, o de ciertos brotes verdes de ingenio, incluso de ciertos hallazgos verbales. NO. Dice Vicente Luis Mora que Luis no se parece escribiendo a nadie ni siquiera a sí mismo. -¿? -Ya Esto tiene consecuencias. Y es que a medida que vas leyendo el libro, uno (yo) experimenta extrañeza, asombro, perplejidad, el nacimiento de una voz que te dice (“Este Luis está zumbado, qué cúmulo de extravagancias“), hilaridad, cierto movimiento de cabeza que acalla la voz anterior y dice, o proclama (“Joder, cómo se las gasta el Luis y que bien escribe el cabrón), y luego vienen los chispazos ¿cuánticos? (unos cuantos), la descarga de alta tensión, el frenesí, LA FIESTA DEL LENGUAJE. y el final. Y el índice. ¿O es el ANULAR? En el pueblo no la entienden, hacen del puto entendimiento un rasero soberbio y torpe. Las gafas son el último rescoldo de una esperanza -por eso son de aumento-; una frontera -por eso son gafas-; hay tanta significación y misterio en el acto de ponerse gafas cada mañana que… Algo parecido al placer de leer este libro me sucedió cuando leí Seducciones de Roberto Vivero, Examen Final de José María Pérez Alvárez, o entre culebras y extraños de excelso castro.. Los tres gallegos. Galicia calidade. Y respecto al rastro de las palabras, sería una pena que se perdieran otras muchas, además de las que se citan en el libro como rodea, lumia, raquera, albardado, paletón, sincio... -¿? -¿Qué? No he dicho nada del argumento. ¿Para qué?. -Ya !Déjate de leer reseñas y no pierdas el tiempo. Corre a la librería y date un chute de literatura!.

Cuatro narradores en órbita (Blog de Vicente Luis Mora)

13/12/2015

Luis Rodríguez, La herida se mueve; Tropo, Barcelona, 2015. La novela de Luis Rodríguez es uno de los mayores desafíos que puede afrontar un lector de narrativa actual en castellano; la radicalidad de su planteamiento me recuerda a algunas novelas de escritores argentinos (Chitarroni, Katchadjian, Libertella). Adelanto un extracto de la reseña que aparecerá en el número de la revista Mercurio correspondiente al mes de enero: “Los personajes de La herida se mueve no se preguntan el porqué de las cosas ni de sus actos, sólo los ejecutan; el narrador anota no sólo los hechos que suceden en la obra, también los que no acaecen (p. 96, entre otras), aludiendo a lo azaroso de cualquier desenlace. Las citas del Monsieur Teste de Valéry pueden apelar a la incapacidad de Genaro de pensarse y entenderse. Algunos tachados esparcidos aquí y allá hacen dudar al lector de si está leyendo una historia o la escritura de una historia. Algunos caracteres reaccionan inesperadamente ante los estímulos y otros se estimulan con lo inesperado; pequeñas historias se insertan con las demás tejiendo un corpus textual en el que todo, literalmente, es posible.” La herida se mueve, en mi modesta opinión, no es una novela recomendable, es simplemente obligatoria.

La herida... (La escritura esférica)

11/12/2015

“La herida se mueve”, no es una novela al uso, de las de exposición, nudo y desenlace, ni siquiera uno novela modernista o moderna, que se niegue a someterse a determinadas reglas de la narrativa. Tampoco es la novela de un anarquista que combata las normas sociales burguesas; muy diferente es su intención, si es que la tiene, y no es ni más ni menos, que enseñarnos en su desnudez más desvergonzada la realidad de la vida fuera de la literatura. Por eso sus personajes no son empáticos, ni sentimos una afectividad camarada con ellos; quizá porque son demasiado reales y pasan por la novela sin pretender conquistarnos. Estamos hablando de una novela lineal, como un río que discurre paralelo a una orilla, que simplemente nos muestra, por la que entran y salen personajes que acompañan a Genaro en su navegación hacia la nada. Está alejada de las florituras y descripciones, todo esto no le interesa al autor. ¿Qué más da si Genaro es un capullo o no? Es irrelevante, al propio narrador le resulta irrelevante, y lo que es pero al mismo Genaro le da igual. Pero no nos engañemos “La herida se mueve” es una novela de grandes verdades y profundas reflexiones, dichas por el narrador o sus personajes sin pretender impresionar, que se hunde tanto en la sustancia de muchas cosas, que acaba por convertirse en una novela expresionista. De un expresionismo, sin color, en blanco y negro, como los cuadros de Antonio Saura, que son una bofetada conceptual de sentimientos profundos que nos hace revolvernos ante su mirada. Lo mismo sucede con esta novela, que nos revuelve, sin poder dejar de leerla, atrapados en gruesos trazos de verdad expresiva. Quizá porque nos revela ese yo oculto que todos tenemos y queremos esconder de la luz, despojándolo del envoltorio de convenciones tras el que se esconde. No hay conexión afectiva con el presente y eso nos lleva a una búsqueda constante que no pretende calmar ninguna ansiedad, sino rellenar los huecos vacíos que puedan ir quedando en el ejercicio diario de vivir. Lo expresa muy bien Genaro en un momento dado de la novela: “Todas las personas que vemos por primera vez proceden del futuro, de nuestro futuro”. No se pude condensar mejor la inestabilidad del presente, cuando uno se descarga del pasado, porque, en definitiva, este ya no es nuestra vida, será la de otros, pero no la nuestra, que ha quedado varada en cualquier orilla del río. El futuro es el único asidero al que nos podemos agarrar para seguir adelante. Sólo por esa reflexión que nos va a hacer pensar y replantearnos todo nuestro concepto del tiempo vital, merece la pena dejarse atrapar por una novela, que lo que seguro va a conseguir es no dejarnos indiferentes, poniéndonos ante el espejo de lo que somos.

El millor triler dEspanya (Diari Maresme)

11/12/2015

Ho afirmo categòricament: Luis Rodríguez és el millor triler d’Espanya. Com nens front la taula i els seus dos gots, els lectors d’aquest sorprenent llibre començaran a llegir les seves pàgines avisats, pels que entenen, de que hi ha truc, i el buscaran mentre el farsant mou les mans, i no el trobaran. Mai. ‘La herida se mueve’ és una gesta, tant de tècnica com de contingut que introdueix al lector dins un laberint del que només es pot sortir no sortint. Perquè Luis Rodríguez, banyant tot de contradicció, ambigüitat, pols oposats, és a dir, maniqueisme, escacs, patafísica, Marcel Duchamp, bufeteja al lector amb dos punts contraris que es creuen constantment per crear una mena de narració. Però en ell sí n’hi ha punt mig: els possibles, els «potser». Posem-nos en situació, si és aquí això possible: si es pot treure cap cosa de la trama és que Genaro busca personas. I només això, perquè la clau a la no-novel·la de Luis Rodríguez – o ‘nivola’ com diria Unamuno – és la melancolia perenne de la narració. Deia Hegel que el mon és una comunitat de jos, doncs bé, aquí no hi ha més que una comunitat del que diu el títol, de ferides que es mouen, pous en camí, àngels sense ales, amb elles trencades o que freguen amb el terra. El lector es trobarà amb un seguit de personatges sempre marcats per una tret tràgic, caminarà per les entranyes d’ells com tant va desitjar fer Zola al seu naturalisme, veurà el trencat i fosc interior de cossos que caminen per inèrcia. Tots. Tot això de la mà d’un narrador que està per sobre de la seva pròpia narració, capaç d’avançar-se a ella, d’obviar-la o, fins i tot, de transformar-la. Un narrador tan desencantat que banya de malestar el seu relat, però també al lector i a la novel·la en si mateixa; i que obliga a qui té davant a una activitat constant, a l’atenció màxima, perquè res a ‘La herida se mueve’ és prescindible. Hi ha una mica del Don Juan de Tirso (?) a Genaro i és probable que no sigui la caça burlesca de fèmines sinó el sentir-se perseguit per un temor, el pes de la culpa, la única i última por en el mon de la qual deriven totes les demés: la por a la mort. Luis Rodríguez, com si fos Woody Allen, és capaç de crear una obra mestra i ficar-se a si mateix en ella com algú que exigeix estar atent per veure’l. En definitiva, ‘La herida se mueve’ sacseja tant al lector que aquest acaba dubtant de si el que ha llegit és una invenció de la ment trastornada del protagonista, de si hi ha res de real o si ho és tot. Però aquesta és la gràcia de la novel·la, no ser-ho, trencar amb les més comuns preguntes que arriben a l’acabar un llibre. ‘La herida se mueve’ no demana preguntes ni perquès, ni què ha estat tot això ni què significa, ‘La herida se mueve’ només demana dormir i descansar en nosaltres. I això, ho aconsegueix sense el nostre permís.

LA HERIDA SE MUEVE (Teresa Abad)

11/12/2015

El editor no engaña. Efectivamente, esto no es una novela. O sí. Como lo pudiera ser de Rainer María Rilke Los cuadernos de Malte Lurids Brigge. En el caso de Rilke, algunos la definen como novela-poesía. En el caso de Luis Rodrigez ¿Cómo definirla? ¿Novela- navajazo? ¿ o no lo anticipa ya el propio autor en el título: La herida se mueve? . No porque la lectura lacere al lector, sino más bien por la forma de acometer la escritura, como si el autor en lugar de lápiz hubiera elegido un bisturí y en lugar de papel, una desinfectada sala de espera. No hay trama, no hay argumento. El hilo conductor lo teje el lector que no puede dejar de leer páginas de historias repletas de vidas al margen, de anécdotas de unos protagonistas que se convierten en héroes narrativos. Y ese hilo se convierte en madeja porque acabada la primera lectura se puede recomenzar, porque en una segunda la sorpresa permanece, porque la estructura es tan ambigua como la de un juego en forma de rayuela. Un libro que no deja indiferente, que sorprende, que provoca. Es decir, nada que se pueda encontrar en la lista de Best-sellers de estas Navidades.

LA HERIDA SE MUEVE (Blog Libres de lectura)

10/12/2015

Lo afirmo categóricamente: Luis Rodríguez es el mejor trilero de España. Como unos críos ante la mesa y sus dos vasos, los lectores de este sorprendente libro empezarán a leer sus páginas avisados, por los que entienden, de que hay truco, y lo buscarán mientras el farsante mueve sus manos, y no lo encontrarán. Nunca. La herida se mueve es una gesta, tanto de técnica como de contenido que introduce al lector en un laberinto del que solo se puede salir no saliendo. Porque Luis Rodríguez, bañándolo todo de contradicción, ambigüedad, polos opuestos, es decir, maniqueísmo, ajedrez, patafísica, Marcel Duchamp, abofetea al lector con dos puntos desencontrados que se cruzan constantemente para crear algo así como una narración. Pero en él sí hay punto medio: los posibles, el «quizás». Pongámonos en situación, si eso es aquí posible. Si algo de la trama puede sonsacarse es que Genaro busca a personas. Y solo esto, porque la clave en la no novela de Luis Rodríguez – o nivola como diría Unamuno – es la melancolía perenne de la narración. Decía Hegel algo así como que el mundo es una comunidad de yoes, pues bien, aquí no hay más que una comunidad de eso que dice el título, de heridas que se mueven, pozos andantes de almas petrificadas, ángeles sin alas, con ellas rotas o rozando con el suelo. El lector se encontrará con un sinfín de personajes siempre marcados por un rasgo trágico, andará por las entrañas de ellos como tanto deseó hacer Zola en su naturalismo, verá el oscuro y roto interior de los cuerpos que andan por inercia. Todos. Todo ello de la mano de un narrador que está por encima de su propia narración, capaz de adelantarse a ella, obviarla o incluso transformarla. Un narrador tan desencantado que baña con ese malestar todo su relato, pero también al lector y a la novela en sí misma; y que obliga a quien tenga delante a una actividad constante, a la atención máxima, porque nada en La herida se mueve es desechable. Hay algo del Don Juan de Tirso (¿?) en Genaro y es probable que no sea esa caza burlesca de lo femenino sino el sentirse perseguido por un temor: el peso de la culpa, el miedo último y único en el mundo del que derivan todos los demás: el miedo a la muerte. Luis Rodríguez, a lo Woody Allen, es capaz de crear una obra maestra e introducirse a sí mismo en ella siendo alguien que exige estar atento para verlo bien. En definitiva, La herida se mueve sacude tanto al lector que este acaba dudando de si lo que ha leído es una invención de la mente trastornada del protagonista, de si hay algo de real o si lo es todo. Pero esa es la gracia de la novela, no serlo, romper con las más comunes preguntas que llegan al acabar un libro. La herida se mueve no pide preguntas ni porqués, ni qué ha sido esto ni qué significa, La herida se mueve solo pide dormir y descansar en nosotros. Algo que consigue sin nuestro permiso.

La herida se mueve (Carme Pinyana, FB)

02/12/2015

Luis Rodríguez ha publicat la seua tercera novel·la i això és una grata notícia. Les dues anteriors amb l’excelsa editorial KRK, de les quals vaig llegir amb gust Novienvre. Aquesta experiència de no arriba a les 200 pàgines, original fins a l’índex, reprén la dinàmica d’explicar històries, historietes, esdeveniments, acudits, aforismes, somnis, pensaments, referències íntimes, diàlegs i ocurrències de la boca de multitud de personatges que van guaitant per les pàgines amb noms tan de poble del nord d’Espanya i dels anys seixanta i setanta com Genaro, Benito, Ludivina, Leandro, Sagrario, Rosendo, Tomasa, Plácido o Maribel. I també Luis Rodríguez, que fa aparicions esporàdiques, com alguns cèlebres directors de cinema. Seguint Boris Cyrulnik, Luis Rodríguez palesa en aquest llibre “les petjades de la infantesa, la necessitat del relat i els mecanismes de la memòria”, i es llueix esguitant les pàgines de multitud de referències literàries, curiositats i erudicions, a més de molts altres requeriments de la natura humana, visca al llogaret més perdut o a la metròpoli més superpoblada, com el sexe, l’humor i la resignació. M’ha agradat i m’ha divertit compartir aquests exercicis, ben editats i amb unes cobertes colpidores, a cavall entre els recursos literaris i els onírics. Gràcies de nou a les llibreteres Monica Libreria Noviembre i Ceelia Puchol, tan entusiasmades i facilitadores, i al llibreter Juan Vicente Centelles, per les mateixes qualitats.

Me gusta no darle al lector ninguna concesión (EL PERIÓDICO MEDITERRÁNEO)

17/11/2015

Luis Rodríguez acaba de publicar en Tropo Editores "La herida se mueve". Tras su presentación en Benicàssim, en la Librería Noviembre, esta semana pasada hizo lo propio en Argot.

Selfi con La herida se mueve (La mania de leer)

07/11/2015

Lo he recogido hoy del apartado de correos 119 (23080 Jaén). Queda inaugurada esta sección: Selfis, autofotos y vanidades. Lee y vive. Comienzo su lectura mañana día 8 de noviembre de 2015. No sé cómo agradecer al autor la dedicatoria que ha escrito. Este libro sigue escribiéndose, Luis. Pienso como Cela: «escribir no es más que recopilar y ordenar y que los libros se están siempre escribiendo, a veces solos, incluso desde antes de empezar materialmente a escribirlos y aun después de ponerles su punto final. La cosecha de las sensaciones se tamiza en la criba de mil agujeros de la cabeza y cuando se siente madura y en sazón, se apunta en el papel y el libro nace. Lo que sucede es que el libro, después de nacer, sigue creciendo —armónico o desordenado— y evolucionando: en la cabeza de su autor, en la imaginación o en el sentimiento de los lectores y, por descontado, en las páginas de sus ulteriores ediciones».

Librería NOVIEMBRE

30/10/2015

No nos lo ha puesto fácil Luís Rodríguez. ¿Cómo recomendar un texto que se resiste a ser resumido, que imposibilita ser Madame Bovary o Holden Caulfield , como prefieran, que impide habitar por unas horas su mundo, proyectarnos en sus emociones y conflictos? Aunque se ha dicho lo contrario, La herida se mueve sí es una novela, ese género narrativo tan maravilloso y maltratado, que admite todo y a todos. Ahora bien, esta novela deslumbrante y árida rompe los cánones narrativos, no fragua una historia con inicio-nudo-desenlace, ni define personajes, ni construye andamiajes sólidos que nos sostengan. De ahí su dificultad, su reto. El autor se ha arriesgado con una narrativa diferente, experimental y, aunque resulte paradójico, brutalmente realista. El resultado es una grandísima propuesta estética y filosófica sin casi trama, extemporánea, con un narrador, Genaro, que ya encontramos en su anterior novela novienvre (Krk, 2013), que va diluyéndose conforme avanzamos en la lectura para acabar evaporándose. Sin más.

La herida se mueve (reseña en DEVANEOS)

21/10/2015

¿? ¿Qué? No he dicho nada del argumento. ¿Para qué?. !Déjate de leer reseñas y no pierdas el tiempo. Corre a la librería y date un chute de literatura!.

Librería Hipérbole (Ibiza)

20/10/2015

"¿Cómo comenzar un comentario sobre LA HERIDA SE MUEVE? La verdad es que me he sentido como el hombre de la portada. Cada página un abismo, un vacío que me provocaba ansiedad e impaciencia. Una venda cubre mis ojos a cada vuelta de página sin saber lo que voy a encontrarme. Luis Rodríguez no es un escritor, es un escultor de sensaciones y al final un cirujano que disecciona al lector sin anestesia. La prosa de Luis duele, se agarra al pecho y no te suelta. Por mucho que lo intentemos, no podremos cogerle; su obra es una carrera que el lector jamás podrá ganar ya que el autor va por delante asfixiándote... y al final te abandonas, te entregas. LA HERIDA SE MUEVE es orgullo, nobleza, lealtad. Luis Rodríguez es un vaquero, un colono que marchará siempre en solitario mientras la puerta se cierra y nosotros nos quedamos dentro. Por un momento, al terminar la obra, recordé la obra maestra de Simenon LA NIEVE ESTABA SUCIA. No puedo explicaros por qué, pero ahí está la imagen", Pedro, de la Librería HIpérbole (Ibiza).

Los libreros y los críticos literarios alaban esta obra maestra

20/10/2015

«Luis Rodríguez es una especie aparte de escritor, una exquisita rareza que no se parece escribiendo a nadie, ni siquiera a sí mismo», Vicente Luis Mora, escritor y crítico literario.

Críticos literarios confirman su genealidad

20/10/2015

"A punto de acabar "La herida se mueve". Ya ves: me tiene enganchado. Pero hay otra cosa. Qué curioso me resulta el pulso soterrado que creo que conecta los tres libros que, de momento, me he leído de Tropo: "Museo de la soledad", "Opio en las nubes" y ahora "La herida se mueve". Te juro que hay algo que los conecta, aunque tendría que hacer un análisis más pormenorizado para determinar qué. Una melancolía, una lucha estéril contra el páramo de la existencia, un lirismo que empapa, en mayor o menor grado, la narración", IVÁN TERUEL CÁCERES (Girona)

El escritor secreto favorito de muchos críticos literarios

20/10/2015

«Porque todo amante de la literatura desea siempre encontrar a su propio ‘autor secreto’, esto es, a un escritor que tenga pocos seguidores aun cuando la calidad de su obra incite a pensar que tendría que ocurrir lo contrario. Pues bien: Luis Rodríguez puede ser ese ‘autor secreto’ que muchos andan buscando», Álvaro Colomer, escritor y crítico literario.

Librería Argot (Castellón)

20/10/2015

Leer y sentir un hormigueo en el estómago cuando terminas la última página. ¿Mariposas, herrumbre, gusanos...? Un autor que convierte en crisálidas a todos aquellos que se aventuran abriendo la primera página y que tras cerrar la última, el proceso de metamorfosis culmina, y según quien seas, terminas transformándote en polilla o en mariposa. En cualquier caso abandonas la candidez previa al abismo, ese lugar donde la realidad hace daño. Lector, aquí no hay una novela, hay un talento desmedido que barre todos los clichés de la literatura y deja su esencia más pura.

Autor: Rodríguez Rodríguez, Luis

Nació en Cosío (Cantabría) en 1958. Actualmente vive en Benicàssim (Castellón). Ha publicado "La soledad del cometa" (KRK Ediciones, 2009), "La herida se mueve" (Tropo, 2015) y "novienvre" (Tropo, 2016).


Otras imágenes del libro