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Busqueda avanzada- N° páginas : 112
- Medidas: 210 x 148 mm.
- Peso: gr
- Encuadernación: Rústica
Scat GARCIA RIPOLL,ALBERT
La novela se compone de un conjunto sabiamente equilibrado y coetáneo de personajes y espacios. El lenguaje de la calle, el estilo directo y la fuerza rítmica dotan de categoría artística a la vida cotidiana de los barrios de nuestras urbes globalizadas.
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Sinopsis
Autor: Garcia Ripoll, Albert
Albert Garcia Ripoll (seudónimo), autor, se diferencia fundamentalmente de su personaje homónimo, SCAT, narrador de la historia, por tres meses y veinticuatro años de edad. A esta diferencia de edad, hay que añadir la lógica distancia de características físicas diversas: sí, el color de los ojos del autor de esta novela, por ejemplo, no es el amarillo. La génesis del relato se materializó cuando el autor regresó a su ciudad natal, L’Hospitalet de Llobregat, después de seis años en Brasil. La visión de una sociedad totalmente cambiada y en proceso de vertiginosos cambios animó una aguda reflexión en forma de novela. Los capítulos de la historia se fueron contrastando con la experiencia de jóvenes que conocían por dentro las bandas latinas, de otros que habían protagonizado desagradables percances con skinheads y, especialmente, de entusiastas graffiteros o escritores que sancionaron con generosa nota el argot y las técnicas que refiere el narrador protagonista. La ingenuidad de algunos de estos lectores quiso ver como reales una historia y personajes fruto de una seria documentación y de una fiel observación de la realidad. De aquí el motivo del seudónimo, porque ambos, autor y personaje creado, comparten, además, espacios geográficos comunes. Suponemos que el autor ha traspasado a su narrador, aunque sea de modo inconsciente, algunas vivencias y características de personalidad; pero, aunque pueda existir una amalgama de modelos externos que perfilen al protagonista, a los personajes les pasa lo que a los hijos: que acaban creando su identidad y se les quiere más por su condición de hijos que por el benévolo saldo entre virtudes y defecto. Con ayuda intertextual y salvando todas las distancias, el autor acabó creyéndose aquello de “Albert Garcia Ripoll c’est moi!”.